El hortelano pide ayuda y socorro: que alguien le explique las razones por las que el Gobierno de derechas (¡ojo, que no ha sido el gobierno, que ha sido la CNMC!), digo que un gobierno de derechas se haya decidido a sancionar a Iberdrola con 25 millones de euros. En el papel que lo anuncia, al hortelano le ha parecido entender como que si, a veces, lo hidroeléctrico y en otras ocasiones lo nuclear, se utilizaban para amañar los precios del kilowatio. Y siempre que se habla de kilowatio hidroeléctrico y de Iberdrola, este hortelano levanta la tarjeta. ¡Pero qué tendrá que decir un modesto cultivador de lechugas en este tema y problema del que solo saben y conocen mentes privilegiadas! Lo diré: el hortelano se atreve a emborronar esta pantalla por cinco razones: primero, porque, tan pronto como abandona el muro de su huerta, ve en lontananza una masa de agua inmensa propiedad de Iberdrola. En segundo lugar, porque esta empresa es la que produce algo más de una cuarta parte de toda la producción industrial extremeña. En tercer lugar, porque el hortelano sentía predilección por la tarea que venía realizando la Fundación San Benito de Alcántara, inventada y sostenida por Iberdrola, y la acaban de suprimir de un plumazo sin dar la más mínima explicación y ¡oh sorpresa! sin que nadie haya escrito ni una línea de obituario por la institución que, con más recursos y éxito, ha paseado el nombre de Extremadura por el mundo. ¿Más que la Academia Europea de Yuste? Digamos, que a la par. Y en cuarto lugar, porque los hombres de campo somos de natural receloso -¿verdad, don Josep Pla?- y pensamos que, tras Iberdrola, hay gato encerrado. Y todavía, un ordinal más: en quinto lugar, porque al hortelano le gusta meterse en todos los charcos, y, muy especialmente, en aquellos que todos los orillan. Veamos, pues.
¿Qué ha pasado para que aquel Rodríguez Ibarra tronante y poderoso se haya transmutado de forma tan radical desde que dijera aquello del “ultimo gánster del siglo XX” referido a José María Oriol, el gran patrón de Hidroeléctrica Española, y que fue capaz de doblar el pulso de la eléctrica, empeñada en construir en Valdecaballeros otro emporio nuclear, mayor que Almaraz. De todos modos, pienso que la historia del cierre de Valdecaballeros no está bien contada. Algún día acudiré a mi colega el hortelano de Villanueva de la Serena para que me refresque la memoria. No vaya a ser que esté yo concediendo a Ibarra la autoría de aquella decisión, y no haga justicia a quienes un día le cantaron las cuarenta al ministro Solchaga en su despacho. ¡Jó, qué pelma es ese mi amigo hortelano de la Serena, todo el día con la uva eva beba, con la merina negra o del tomate corazón de buey como si no existieran otros productos iguales o mejores! Nuestras discusiones hortelanas son épicas. Un día me atreví a decirle a la cara que aquello que tanto veneraba, la dehesa, era consecuencia del régimen feudal más oprobioso que haya soportado su tierra. No sé si me lo ha perdonado. Igual necesito bajar a su terreno y llevarle una botella de blanco beba a 22 e. la botella. Mi otro amigo sibarita dice que Victorino Martín, ahora también vinatero, está agotando las añadas a pesar del precio.
Perdona, Tulio, me estoy yendo por las ramas, y a apunto he estado de enredar la lengua contando que desde mi huerta, cuando se espesa el silencio, casi se pueden escuchar los bramidos de los toros de Victorino Martín, que –por cierto- beben agua de Iberdrola y ¡qué gusto da ver la vacada brava abrevando en las aguas del embalse de Alcántara! Me refería, Tulio, al cambio que ha dado el presidente Ibarra en su iconoclasia eléctrica. Aquel presidente sienta hoy en su mesa (“Fundación Centro de Estudios Juan Carlos Rodríguez Ibarra”) a un colaborador reconvertido en directivo de Iberdrola. Amigo, Tulio, no dejes de leer uno de los capítulos del libro “El oficio de unir/Reflexiones y experiencias de un hombre inquieto”, escrito por un hombre enamorado de nuestra tierra, y te enterarás de cosas sobre las que nunca nadie se ha atrevido a escribir. Verás cómo las relaciones entre los políticos extremeños e Iberdrola no han sido precisamente transparentes. Ni lo han sido, ni lo son. De lo contrario, ¿cómo interpretar la fotografía que hace solo unas semanas salió en las portadas de los medios de comunicación extremeños de los presidentes de Extremadura y de Iberdrola, con cara de regocijo, ante el puente romano de Alcántara, inaugurando la iluminación del monumento, dando luz a un puente que ellos mismos han apagado? Que sí, Tulio, no tengas duda. La Fundación San Benito de Alcántara y una de sus iniciativas más interesantes, el Premio Internacional “Puente de Alcántara”, han sido durante muchos años el símbolo moderno de Extremadura. Jefes de Estado, de Gobierno, intelectuales y expertos de primer nivel han pisado y se han alojado en la Conventual de San Benito. Parecido a lo que hicieron en Yuste. Y sin embargo, el primero de los inventos lo han apagado, y al segundo lo han olvidado. ¿Cómo se atreven a posar delante de este símbolo cuando uno ha decidido y el otro ha consentido sacrificar una de las instituciones sobre las que se ha volcado más talento y creatividad en Extremadura en los tiempos modernos. Y, además, gratis para los extremeños.
Te veo venir, Tulio. Ya sé que de gratis, nada. Nada relacionado con Iberdrola es gratis para Extremadura. Es la gran señora de esta tierra. Más que Inditex para Galicia, que la siderurgia para Asturias o que Abengoa para Andalucía (¡vaya, hombre, qué oportuna la referencia!). Mira el mapa de Extremadura, Tulio. Rapara en los embalses del gran río desde que abandona Toledo. ¡Todo para Iberdrola! Valdecañas, Torrejón, Alcántara, Gabriel y Galán, Cedillo, centenares de kilómetros de río embalsados, la mayor superficie de España de agua embalsada. En tiempos jóvenes, el escribano dirigió unos papeles olvidados. Se llamaban “Región Extremeña”, y allí se atrevió a titular: “El Tajo, botín de guerra”. Eran otros tiempos y probablemente fue un titular desmesurado, pero más honrado que el silencio con el que ahora se tratan los temas eléctricos. Si se hubiera permitido construir Valdecaballeros, Extremadura se hubiera convertido en una especie de parque temático eléctrico. La desproporción entre la producción eléctrica y el resto de la industria en Extremadura es abismal. No por mérito de lo eléctrico, que también lo es, sino por nuestra ancestral pobreza industrial. La producción eléctrica extremeña es del 26,72 % del total de la producción industrial, casi tanto como la producción industrial agroalimentaria, contando la del tabaco. Por ello digo que nada que le ocurra a Iberdrola es indiferente para Extremadura. A cambio, ¿qué facturación realiza Iberdrola y sus asociadas fruto de sus instalaciones en Extremadura? ¿Qué porcentaje de sus beneficios revierten a Extremadura? De los presupuestos culturales o de RSC, ¿cuánto se restituye a nuestra tierra? ¿Dónde tributa la central nuclear de Almaraz, con enorme diferencia la “fabrica” mayor con la que cuenta Extremadura?
Ya sé que no te atreves, Tulio, a contar en público lo que susurras en privado. La Fundación San Benito de Alcántara, con todos sus recursos y propiedades, ha desaparecido. Como si se la hubiera tragado las aguas del embalse. Ni está ni se la espera. ¿La habrán fusionado en la Fundación General Iberdrola, que preside el ex presidente del Congreso de los Diputados, Manuel Marín. El presidente de la Fundación Iberdrola es un claro ejemplo de puerta giratoria y nadie lo ha contado. Aunque, en Extremadura, apenas se necesitan puertas giratorias pues parece que algunos viven desde siempre en la misma casa. Como otro de los personajes más poderosos de la política extremeña, el que fuera consejero principal de los gobiernos de Rodríguez Ibarra, y ahora alto cargo y consejero de Iberdrola. ¿Qué hace Manuel Amigo en el patronato de la Fundación Centro de Estudios Juan Carlos Rodriguez Ibarra? Sí, Tulio, Manuel Amigo, el de las vallas de El Paleto y el de los locales alquilados. No seamos indiscretos, Tulio. Ya sé que no debiera haberlo escrito. Pero escrito está. De todos modos, sigo recomendándote que leas lo que Saenz de Miera escribió en su libro de memorias. ¡Nada tan indiscreto como un viejo honrado y memorioso! Otro día que me cojas desocupado te contaré la historia de la Corporación Empresarial Extremeña. Verás qué divertido.
Llevo mal, Tulio, el apagón que ha sufrido la Fundación San Benito. Y llevo peor que se haya hecho con alevosía, con el consentimiento de toda la clase política. Pero te contaré, Tulio, cómo era uno de los paisajes más extraordinarios de Extremadura, sumergido ahora en las aguas del embalse “José María Oriol”, aquel al que Ibarra tituló de aquella forma. Era una pequeña Mesopotamia, un valle en el que confluían y afluían en el padre Tajo el Almonte y el Araya. Visto desde cualquiera de sus colinas, allí confluían desde la prehistoria los caminos de la Iberia y de la Lusitania. Era el vado por el que transitaron el ganado de las tribus, los ejércitos de Roma, y el fragor de las tropas en la Reconquista. Aquel sitio sumergido tenía dólmenes, calzada y puente romano –Alconétar-, castillo templario y basílica visigoda. Mis paisanos cultivaban algodón, pimiento y tabaco. Eran tierras de fértil labrantío. El gran río se desperezaba en el valle de Alconétar formando un gran meandro que, visto desde las colinas, era como si abrazara puentes de carreteras y de ferrocarril antes de volver a refugiarse en el tajo de jaras y acebuches camino del otro puente romano, el de Alcántara, cuya iluminación Guillermo Fernandez Vara e Ignacio Sánchez Galán han inaugurado, después de haber dado el gran apagón a la Fundación que era una de las pocas cosas bien hechas y gestionadas en Extremadura. Descanse en paz, y en el silencio cómplice de quienes la han sepultado.
Me parece un artículo valiente y oportuno, es necesario darle amplia difusión, !si nos dejan!
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Tengo entendido que el puente de Alcántara es un toro herido: párate cuando lo cruces y fíjate en sus lomos, verás cómo le han dejado las banderillas de acero para hacerse una foto estúpida.
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