Guadalupe: el blasfemo y el Prior trabucaire

Sentado en la terraza de uno de los bares de Guadalupe, en una mañana probablemente de primavera, ante un café con churros y los periódicos del día recién llegados, el hortelano escuchó una de las blasfemias más contundente que recuerda. No lo olvidó porque la destinataria de aquel exabrupto era la virgen que, a escasos metros de donde ocurrió el suceso, tenía trono ante el que se postraron reyes, nobles, y, sobre todo, el pueblo llano a lo largo de no menos de cinco siglos. Era claro que el oficio y el beneficio de aquel hombre furioso los debía sin duda a quien de aquella manera irreverente y grosera insultaba. El hortelano no le reprendió -de nada hubiera servido porque probablemente aquello era algo más que una costumbre- y, a cambio, optó por hilvanar una teoría sobre lo ocurrido. Tal que así: imaginó a aquel botarate recostando en el diván del doctor Freud durante una larga sesión de psicoanálisis en la que el paciente regurgitó las razones profundas de su existencia. Muy probablemente, seguro, en su cabeza anidaron historias de una mala relación entre los que rigieron el Real Monasterio y los lugareños. ¡Ojo, amigo Tulio, que no estoy justificando el comportamiento¡ Trato tan sólo de explicar, -ya verás la razón- que en la misma Puebla, a escasos metros del símbolo principal de nuestra tierra, un lugareño –como servidor lo es de su aldea- se atreva a agraviar a una virgen que despierta la devoción de millones de personas en todo el universo.

El recuerdo de la blasfemia y del energúmeno que la profirió, es, en opinión de este modesto hortelano, un suceso menos grave, más liviano, que los sucesos impresos en los que viene incurriendo el actual regidor del Real Monasterio, que viste sayal de franciscano.

No es posible, dirás, amigo Tulio.

Lo es si me dejaras explicarlo. Te lo diré por lo breve porque trato de evitar tener que reproducir los escritos del referido franciscano, no sé si con rango de Prior o de Guardián. Desde hace algo más de un año, el tal prior o Guardián ha encontrado tribuna en una modesta publicación religiosa del Monasterio, con el nombre precisamente de Guadalupe, desde la que zahiere, con tremenda ira y vehemencia, a todos el género político que puebla este país llamado España. En su último escrito el blanco de su vesania es el partido Ciudadanos y a su líder Albert Rivera. En otros escritos lo ha hecho contra toda la fauna política: vascos y catalanes, andaluces, socialistas, populares, a cada cual por su nombre, y para cada uno de ellos aplica todo el diccionario de burlas y ofensas. Los injuria y los descalifica con total impunidad desde una revista mariana que él mismo dirige.

-Amigo impertinente, salvo en lo de los insultos que dices, habrá que reconocerle también el fraile la libertad e pensamiento

-Llamas pensamiento a lo que es, a lo más, improperio. No hay en los escritos del Prior o Guardián ideas ni pensamiento de refutación. Solo denuestos. No solo contra la clase política. No, contra el universo: contra periodistas y tertulianos, contra todo aquel que se atreva a poner firma o voz a los asuntos más graves. Zurriagazo, al canto. Lo admirable, lo portentosoes que no agota el repertorio de las injurias. El fraile, en la mejor tradición trabucaire, tiene un repertorio infinito. Es como si se pasara el día y la noche, también la madrugada, escuchando radios y televisiones, leyendo prensa escrita y digital. Lo sabe todo, y a todos los firmantes u opinantes alcanza el rejonazo inmisericorde. Odia a los partidos y a los políticos de centro, “ganado mansurrón”, “gaviotas con halitosis”. Imagino al Prior o Guardián azacaneado a todas horas reuniendo citas y comentarios para, más tarde, cargar el rifle y disparar, con ira y cólera, sin caridad ni compasión, contra sus víctimas, que somos, no dudes, todo aquel que se atreva a ejercitar el pensamiento. ¡San Francisco y el canto a las criaturas! (¡Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento/y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo el tiempo/ por todos ellos a tus criaturas das sustento!) Simple literatura, pensará el Prior de Guadalupe. ¡Patadas en el bajo vientre o en los senos de Rosa Díez, la de UPyD, que así la mienta!

Me dejas perplejo, mi amigo.

Perplejos están todos los que se han acercado a la revistita mariana de nombre “Guadalupe”. Perplejos, mis otros amigos que han leído las obras completas del prior o Guardián reconvertido en Torquemada.  Me consta que sus colegas lamentan su comportamiento; que otros dicen que cómo es posible que en los tiempos del Papa franciscano, aunque jesuita, el Papa de la compasión y la misericordia, se permita desde un Monasterio, desde su dirección, hacer un ejercicio tan reiterado de obscenidad y de crueldad intelectual. Por eso, amigo Tulio, me atrevo a decir dentro de la más pura doctrina de la moral cristiana y de la ética ciudadana, que, tanto o más responsables que el fraile trabucaire, son quienes, teniendo competencia para evitarlo, lo permiten, y también quienes, conociendo el desvarío, no lo denuncian

Dime, querido Tulio, ¿qué es más grave, la blasfemia del fámulo o la indignidad reiterada del Prior? ¿Acaso este Prior o Guardián no es un semillero de anticlericales?

Verán que el hortelano ha estado a punto de sobrepasar la frontera de la impertinencia y entrar en combate literario con el Prior, de apellido Arévalo. No. Se ha frenado en la linde y, para serenarse, ha cogido de nuevo la podadera, que no existe mejor medio para recuperar la calma y el sosiego que una tijera bien afilada. Como el tiempo de verano ha aflojado, es hora de predisponer la huerta para el otoño. Es el tiempo de podar los rosales: siempre por encima de una yema, y mejor una yema exterior. Verás cómo lucen las rosas del otoño, más hermosas aún que las de primavera. Y con suerte, llegaran mis rosas hasta el invierno, y pondrás sobre la mesa de Navidad rosas perfumadas de invierno. Sigue, pues, podando la leña del verano.

Pero, aun durante la poda, por la cabeza del hortelano sigue rondando el recuerdo de un ceremonia sencilla, ingenua y campesina que ha vivido esta mañana. Serían las del alba cuando escuchó por la ventana el canto de una salmodia a la Virgen María. Era el “rosario de la Aurora”, y a este hortelano destartalado se le despertaron los rescoldos liricos de la infancia. Los rezos pedían perdón y compasión, y se acordó del envío que ayer mismo le hicieron de un texto compasivo del Papa franciscano, aunque jesuita, y del comentario que lo acompañaba: “Este Papa nos va a hacer la faena de reencontrarnos con lo perdido”. No hay peligro que suceda, mi querido amigo; leyendo al Prior trabucaire, volverán los aires anticlericales.

Amigo Tulio, lo del lugareño blasfemo, lo del Prior o Guardián, es solo una excusa para hablarte de Guadalupe. Lo haré en corto y me entenderás porque de ello hemos hablado con frecuencia. Guadalupe, su historia, su acervo intelectual, su patrimonio cultural, también su riqueza monumental, es la gran herida de Extremadura. Corrijo, la segunda, después del retraso y de la falta de desarrollo. Pero las dos heridas sangran por la misma lanzada: la apatía y la indolencia de mis paisanos. Guadalupe, que fue el lugar más esclarecido de los reinos de España, el baluarte intelectual durante al menos dos siglos, es hoy un páramo, un vulgar merendero en el que hasta los frailes hacen negocio con el rescoldo de las viejas glorias. Tú que eres joven, amigo Tulio, ¿por qué no abanderas una gran operación de ¡salvemos Guadalupe!? No olvides que Guadalupe se salvó, tras la Desamortización, por el entusiasmo de un puñado de extremeños capitaneados por Vicente Barrantes ¡Qué vergüenza, mis queridos y acomodados paisanos!

El hortelano impertinente, otra vez en trance de blandir su pluma frente al tintero amarillo del Prior, se ha recomendado dar de mano en la huerta, llegarse hasta la biblioteca, seguir ideando la llegada del otoño y prepararse para su arribo leyendo el capítulo de las Horas Solitarias de Pio Baroja, Crepúsculo de otoño, en el que se hace salmodia de las virtudes de la estación de las rosas crepusculares, o la portentosa redacción de Plá en Otoño en Calella del Cuaderno Gris, o acaso, buscar las antologías  y solazarse con el poema las Rosas de Rilke:

Una sola rosa es todas las rosas
y es ésta: el irreemplazable,
el perfecto, el dócil vocablo,
que encuadra el texto de las cosas.

Cómo lograr decir sin ella
lo que fueron nuestras esperanzas,
y las tiernas intermitencias
en nuestro incesante partir

 

O terminar de un modo más prosaico: acércate al rincón de la higuera, coge un puñado de higos, de aquellos que tienen la gota de miel en la corona y oficia la ceremonia de una sopa de tomate. Sofríe la pulpa de cuatro tomates, media cebolla, y un pimiento verde. Déjalo sofreír hasta que el color del tomate se grane. Media cucharada pequeña de pimentón de Zarza de Granadilla. Asegúrate que sea pimentón ahumado en horno de leña. Haz luego un machijo con ajo y perejil. Todavía hirviendo, sumerge unas hojas de hortelana o de albahaca. Agrega agua en proporción. Sobre los platos de buena porcelana miga pan duro en finas rebanadas. Acompáñalo con los higos de la huerta.

Amigo Tulio, ¡qué banquete! Digo yo, que si el Prior de Guadalupe sigue en las andadas, sería conveniente…jjbb

4 comentarios en “Guadalupe: el blasfemo y el Prior trabucaire

  1. Excelente reflexión amigo hortelano, pero además coméntale a tu amigo Tulio que los extremeños llevamos 805 años esperando que Guadalupe deje de pertenecer a la Diócesis de Toledo y pase a alguna de Extremadura, y que desde el año 1999 en que se hizo la petición estamos esperando la decisión del Vaticano. Mejor haría el Prior Trabucaire de ocuparse entre otros, de este asunto.

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  2. No da uno crédito, hortelano. Conocí al fraile hace muchos años y no me pareció mala gente. Estaré atento. Por lo demás, estupenda reflexión, con lección de historia incluida. Ah, ¡quién probara esa sopa! Mi abuela la comía con uvas. Y José Antonio Gabriel y Galán se trajo una vez a su madre hasta Plasencia y me preguntó que dónde podía comerla, lo que al cabo fue posible para deleite de ambos. Un abrazo.

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    • Grata, muy grata prosa de nuestro hortelano de Garrovillas de Alconetar, lírico de la huerta, recuerdo sepia de mi infancia en el Parral y en la gran huerta del molino Cimero, en Villanueva de la Sierra, cuando la huerta desprendía un aroma paradisiaico. Qué pena que el Monasterio tenga tal personaje. Un abrazo..

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  3. Creo que habría que ser más práctico y dejarnos de disquisiciones teóricas. Para que nos tengan en cuenta hay que molestar a los que puedan decidir la cuestión, creándoles sucesivos problemas,» cual mosca cojonera».Por lo que habría que provocar una entrevista con el Vaticano, porque en Toledo no nos escuchan,en la que estarían el Arzobispo de Badajoz-Mérida, el Secretario de la Conferencia Episcopal, que es extremeño,el Presidente de la Junta y el alcalde de Guadalupe. En dicha visita se expondría las razones históricas, religiosas, culturales y de sentido común acorde con los nuevos tiempos, y como fin al agravio y discriminación que tambien en este asunto sufre la región.
    Si esto no surte efecto a medio plazo, propongo se organice una gran manifestación pacífica ante las puertas del Monasterio para el año que viene. Mientras tanto, hay que crear ambiente reivindicativo en prensa y televisión con motivo del próximo 12 de octubre, dia de la Patrona.Guadalupe y su comarca debe ser extremeña tambien a los efectos religiosos.

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